¿Alguna vez os habéis preguntado como es posible que hubiera gente en Islas perdidas de la mano de Dios como pueden ser Hawaii, la Polinesia o las Islas de Pascua? Probablemente no, la cuestión es que yo sí, es probable que penséis que simplemente antes todos los continentes estaban unidos, y por eso el ser humano pudo haber poblado todos los rincones del planeta. Pero eso es falso, por ejemplo Hawaii se trata de una isla volcánica, nunca surgió de debajo del océano, jamás estuvo hundida a ningún continente. ¿Entonces como llegó hasta allí el ser humano? ¿Y cuando llegó? Probablemente si os pido que penséis en monumentos prehistóricos, recordaréis dos, el Stonehenge y los Moai (foto de abajo). Así pues, esos enormes colosos tallados sobre piedra monolítica ¿Cómo fueron construidos? ¿Por que gente? ¿Como llegaron hasta allí?
La respuestas a estas preguntas pasa por la ancestral técnica de la Navegación polinesia, un sistema de navegación usado por los polinesios para hacer largos viajes a través de miles de kilómetros de mar abierto, muchísimo antes de que los conquistadores Españoles descubrieran América. Así pues, los polinesios llegaron a viajar de continente a continente poblando una porción muy significante del mapa Terrestre (ver figura siguiente). ¿Cómo lo hicieron? A continuación os lo explicamos.
Navegaban desde pequeñas islas habitadas usando sólo sus propios sentidos y su conocimiento pasa por tradición oral de navegante a aprendiz, a menudo en forma de canción. Con el fin de localizar direcciones en varios momentos del día y el año, los navegantes en el este de la Polinesia memorizaban hechos importantes: movimiento de estrellas específicas, y donde ellas salen y se ponen en el horizonte de los océanos; clima; tiempos de viaje; especies de fauna silvestre (que se congregan en las posiciones particulares), las direcciones de las olas en el océano, y cómo la tripulación sentiría su movimiento, los colores del mar y el cielo, especialmente cómo las nubes en racimo que en el ubicación de algunas islas, y los ángulos de aproximación puertos.
Estas técnicas de señalización junto con métodos de construcción de canoas , se han mantenido como secretos del gremio . En general cada isla mantenía un gremio de los navegantes que tienen un status muy alto, en tiempos de hambruna o dificultad estos navegantes podrían comerciar para ayudar a las personas o evacuarlas a las islas vecinas.
Entre alrededor de 3000 y 1000 antes de Cristo la difusión de los parlantes de lenguas austronesias a través de las islas del Sudeste de Asia, casi con toda seguridad partiendo de Taiwán, como las tribus que nativos se cree que ya llegaron desde la parte continental de China del Sur hace alrededor de unos 8.000 años, en los bordes del oeste de Micronesia y en Melanesia. En el registro arqueológico se encuentran huellas bien definidas de esta expansión que permiten que el camino que llevó a seguir y fecha con un grado de certeza. En a mediados del segundo milenio a. C. una cultura distintiva apareció de repente en el noroeste de Melanesia, en el archipiélago de Bismarck, la cadena de islas que forman un gran arco desde Nueva Bretaña a las Islas del Almirantazgo.
Esta cultura, conocida como Lapita, se destaca en el registro arqueológico de Melanesia, con sus grandes aldeas permanentes en las terrazas de playa a lo largo de las costas. En particular, característico de la cultura lapita es la fabricación de cerámica, incluyendo un gran número de buques de formas variadas, algunos distinguen por patrones finos y motivos presionado en el barro. Dentro de apenas tres o cuatro siglos, entre 1300 adC y 900 adC, la cultura lapita se propagó 6.000 kilómetros más al este del archipiélago de Bismarck, hasta llegar a Tonga y Samoa. En esta región, una cultura polinesia distinta se desarrolló.
Incluso existen evidencias, de que pudo haber contactos entre America y Oceania antes que Cristobal Colón, todo de la mano de los grandes navegadores que con escasa tecnología pero con un enorme conocimiento del medio se lanzaban en viajes hacia lo desconocido durante miles y miles de kilómetros armados con su fé y conocimiento en busca de una isla nueva que poblar, de donde extraer alimentos o un nuevo hogar para refugiar sus habitantes ante un peligro tal como erupción volcánica o cualquier otro desastre natural.
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