Los laberintos, lugares creados con la clara intención de perder a la gente han fascinado a 200 generaciones de hombres desde que el rey Minos de Creta encargó a Dédalo el suyo. Estas creaciones geométricas hunden sus oscuras raíces en la Edad Media, si bien fue en el Renacimiento cuando se propagaron a todos los rincones de Europa, desde las villas italianas hasta los Reales Alcázares de Sevilla, favorecidos por el amor de los príncipes a todo aquello que evocaba a mitología, lujo, heroísmo y jugueteo cortesano.
A continuación os ofrecemos un recuento de los mejores laberintos vegetales en nuestro propio país (si estáis interesados en el tema podéis ver nuestra anterior entrada dónde os mostramos los mejores del mundo) si conocéis alguno más no dudéis en comunicarlo y lo incluiremos:
La Granja (Segovia)
En el año 1713, decimocuarto de los Borbones en el trono español, Dezallier D’Argenville trazaba el laberinto de los jardines de La Granja de San Ildefonso. Aunque pequeño en comparación con lo que ocupa el resto del parque regio, es un rectángulo como cuatro campos de fútbol, 222,5 por 122,5 metros, con 2.504 metros de paseos y 6.063 de setos formados por más de 18.000 pies de carpe y haya. Su elegante diseño, en el que se combinan las rectas y las curvas, consiste en una espiral central flanqueada por dos grupos de calles que doblan en ángulo recto y suelen acabar en cul-de-sac. Después de sufrir largos periodos de abandono y tres restauraciones, la última, entre 1985 y 1993, sigue siendo uno de los más bellos bosquetes del real sitio, y sin duda el más elaborado, la máxima expresión del jardín de estilo francés en España. Concebido para el juego galante, hoy es la mayor atracción de las familias que visitan estos jardines segovianos, las cuales invierten, por término medio, entre una hora y una hora y media en recorrerlo entero.
El Capricho (Madrid)
Sobre planos de otro francés, Jean Baptiste Mulot, se formó entre 1787 y 1834 la perla de los jardines históricos madrileños, El Capricho de la Alameda de Osuna. El nombre le viene al pelo, porque sus 14 hectáreas están llenas de los caprichos de su fundadora, María Josefa Alonso Pimentel de la Soledad, novena duquesa de Osuna: un palacio, un casino de baile, una ermita, una ría, un lago con isla y embarcadero, un fortín de juguete, un templete consagrado a Baco, una exedra custodiada por esfinges, una vivienda al modo campesino, un invernadero, una casa de vacas e incluso un abejero donde la flor de la holgazanería patria se deleitaba observando a través de un cristal a las laboriosas hacedoras de miel. Otro capricho, quizá el mayor, es su laberinto de 6.000 metros cuadrados, con setos de más de dos metros de altura, varios plátanos grandecitos, un grupo de granados, una lluvia de oro y, en el centro, un árbol de Júpiter. También es el más frágil, porque los laureles que delimitan sus curvilíneas calles no soportan bien, aristocráticos ellos, el roce continuo de la plebe. Por esa razón no puede recorrerse, pero sí admirarse desde la altura, siguiendo el paseo que va de la plaza de los Emperadores al palacio.
Parque de Torreblanca (Baix Llobregat)
Este parque está situado en la comarca del Baix Llobregat, en Cataluña, concretamente se encuentra en territorio de tres localidades: Sant Feliu de Llobregat, Sant Just Desvern y Sant Joan Despí. Sus orígenes se remontan al siglo XIV, cuando allí había una torre conocida como Torre Soler o Torre Fenollar. Pero no fue hasta 1982 cuando se urbanizó este parque diseñado por Carles Ferrater, que se extiende a lo largo de más de doce hectáreas, que pertenecieron a los marqueses de Monistrol.
Cuenta con estanques, monumentos, torres, fuentes, barcas, cascadas, etc, y como no, un precioso laberinto. En éste, a día de hoy los niños suelen jugar al escondite y los más románticos se dan un paseo entre sus setos con la intención de perderse y olvidar el mundo por un momento.
Laberint d’Horta (Barcelona)
Casi al mismo tiempo que el anterior, en 1791, empezó a construirse el barcelonés Parc del Laberint d’Horta, un capricho en este caso de Joan Antoni Desvalls i d’Ardena, sexto marqués de Llupià, el cual era dueño de una finca que entonces quedaba a una buena tirada de la ciudad, en la falda de la sierra de Collserola, y hoy está pegada a la ronda de Dalt. El elemento principal del parque, y al que debe su nombre, es un laberinto formado por 750 metros lineales de setos de ciprés, especie que se presta bien a la poda, lo que permite dar al recinto vegetal un acabado perfecto, casi arquitectónico. A la entrada, hay un bajorrelieve de Ariadna y Teseo. Y, en la plazoleta central, una escultura de Eros, señal de que este dédalo no fue concebido para prisión de bestias antropófagas, sino para refugio de tórtolos como los que arrullarse suelen en los bancos.
Laberinto de Maíz en el Camino de Santiago (León)
A diferencia de los laberintos anteriores, este surgió de una manera más moderna, de hecho bastante exótica. Todo comenzó cuando un gran maizal cercano a la población leonesa de Santibáñez de Valdeiglesias apareció un buen día con unos símbolos escritos a tamaño gigante sobre la cosecha (que más tarde se descubrió que era un código que decía “Otro Mundo para Tí”). A partir de ahí surgió la idea de crear una enorme tapicería gótica con elementos celtas aprovechando el enorme tirón del Camino de Santiago. Para ello se preparó un campo de cultivo que hoy en día luce en León, además, al tratarse de un laberinto sobre un campo de cultivo, es posible modificarlo de un año a otro, aunque el dibujo suele variar poco, y siempre se puede como poco observar una reproducción esquemática del pictograma oficial del camino de Santiago, la concha de nueve nervios, el sol poniente en Finis Terrae.
El Jardín de Santos (Penáguila, Alicante)
Penáguila conserva una historia de viejos esplendores: callejuelas estrechas, las ruinas de un altivo castillo, lienzos de murallas y, en uno de los barrancos preferidos del caudillo moro Al-Azraq, un precioso jardín neoclásico de mediados del siglo XIX.
Contiene un pabellón de recreo, y un corredor que lleva a otros espacios dispuestos en un plano inferior: el estanque, el laberinto, los parterres del mirador, la pajarera, el bosque y la gruta, una pequeña cueva con estalactitas y estalagmitas artificiales. Así como gran cantidad de monumentos y una gran variedad de fauna y flora.
Reales Alcázares de Sevilla
Se trata de un recinto palatino que existe desde el siglo VIII en que los musulmanes invaden la Península, y ha estado en uso hasta hoy día en que todavía es residencia de los reyes de España cuando visitan Sevilla. Los almohades en el siglo XII son autores de varios palacios en el recinto, luego Fernando III el Santo en el siglo XIII construye patios góticos, y Pedro I el Cruel hace el palacio mudéjar en 1366, llevado a cabo por arquitectos nazaríes enviados desde la Alhambra.
Aunque lo conservado es inmenso y una ciudad en sí misma en el casco histórico de Sevilla, aún así es más pequeño de lo que era en origen. Se encuentra totalmente fortificado por una muralla almohade. Aparte de los patios ajardinados del recinto palatino, luego hay toda una serie de jardines adosados a estos y un jardín de enormes dimensiones que entremezcla el manierismo italiano y la herencia morisca. Y por supuesto incluyendo un laberinto renacentista.
Aunque lo conservado es inmenso y una ciudad en sí misma en el casco histórico de Sevilla, aún así es más pequeño de lo que era en origen. Se encuentra totalmente fortificado por una muralla almohade. Aparte de los patios ajardinados del recinto palatino, luego hay toda una serie de jardines adosados a estos y un jardín de enormes dimensiones que entremezcla el manierismo italiano y la herencia morisca. Y por supuesto incluyendo un laberinto renacentista.
Otro más que podrías incluir es el parque do pasatempo en Betanzos (Galicia) Tiene un laberinto subtarraneo digno de mencion.
ResponderEliminarhttp://www.celtiberia.net/verlugar.asp?id=696
Un saludo.
Que curioso , no tenía ni idea de estos laberintos vegetales repartidos por España, y menos que hubiese un laberinto subterraneo en Betanzos como indica SED
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