Si hablamos de los 300 guerreros más conocidos de la Antigua Grecia, si hablamos de los más admirados, del escuadrón más letal, a todos se nos viene a la mente las imágenes de la hazaña del rey espartano Leónidas y su guardia personal de 300 hoplitas en el paso de las Termópilas. Sin embargo, es muy probable que la novela gráfica de Frank Miller y la posterior película tengan mucho que ver, puesto que existió un batallón igual o más famoso, que incluso logró doblegar a los Espartanos.
Éste escuadrón se trata del Batallón Sagrado de Tebas un curioso ejército compuesto de 150 guerreros y otros 150 guerreros pareja de los anteriores, es decir, 300 hombres homosexuales dispuestos a darlo todo en combate. ¿Y cuál es la motivación de este hecho tan curioso?
Según Plutarco, fue creado por el comandante tebano Górgidas. Las parejas consistían en un miembro de mayor edad o "heniochoi" (conductor) y uno más joven o "paraibatai" (compañero). La motivación para el uso del "ejército de amantes" en batalla lo expresa Plutarco:
“Para hombres de la misma tribu o familia hay poco valor de uno por otro cuando el peligro presiona; pero un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible; ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros.”
De acuerdo con Plutarco, Górgidas inicialmente distribuyó al Batallón Sagrado de Tebas a lo largo de sus líneas de batalla como un cuerpo de élite para fortalecer la resolución de los demás, pero entonces Pelópidas, después de que el Batallón hubiese luchado con éxito en la batalla de Tegira, lo usó como una especie de guardia personal. El Batallón Sagrado de Tebas fue una parte importante de la infantería griega durante cerca de 33 años. Participó como punto fuerte de la formación tebana, en las batallas de Leuctra y de Mantinea que como habíamos mencionado anteriormente humillaron el poderío de los espartanos, golpes del que nunca se recuperaron, incluso acabaron como fuerza a considerar en Grecia, al disminuido ejército de los Homoioi.
Su única derrota se produjo en la batalla de Queronea, en el 338 a. C., la cual fue la batalla decisiva en la que Filipo II de Macedonia y su hijo Alejandro Magno terminaron con la independencia de las ciudades-estados griegas. Filipo había estado cautivo en Tebas, donde aprendió sus tácticas militares. El resto del ejército tebano huyó cuando se enfrentó a las abrumadoras fuerzas de Filipo y Alejandro, pero el Batallón Sagrado, rodeado, se mantuvo firme y cayeron donde estaban. Plutarco cuenta que Filipo, ante la visión de los cadáveres amontonados en una pila y entendiendo de quiénes se trataban, amenazó:
«Perezca el hombre que sospeche que estos hombres o sufrieron o hicieron algo inapropiadamente».
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