Nubes que llegan a medir más de 1000 kilómetros de largo y que sólo aparecen en otoño en un pequeño pueblo de Australia, como si fueran la epifanía de un celeste cordón umbilical o las barbas de algodón de un dios horizontal que se ríe con la rareza de su creación. Conocidas como Morning Glory clouds, al igual que el ololiuqi, la enredadera violácea psicodélica que viste las bardas del Valle de México, estas elegantes nubes tubulares son una atracción turística en el pueblo de Burketown, en Queensland Australia.Además permiten un deporte único, el cloudsurf, un espejo áereo del long wave surf, que se practica con aereoplanos rozando continuamente la superficie malva de estas largas entidades, flueyendo sobre rampas repentinas y tubos de cristales de agua, coqueteando con la sustancia de la cual están hechos los sueños. No se tiene una explicación muy clara de por qué sucede este fenómeno, la gente local ha observado que las nubes de la gloria del amanecer ocurren geralmente cuando hay mucha humedad y se presentan fuertes brisas marinas el día previo. Este tipo de nubes tubulares llegan a moverse a 60 km/h como si fueran un organismo unitario, una gorda serpiente celeste que acaso tiene una extraña conciencia de sí: el cable etéreo que enciende la panza de un oso polar.
Galería en Flickr sobre Morning Glory Clouds
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