Según el FBI, los asesinos en serie son personas que matan por lo menos en tres ocasiones con un intervalo entre cada asesinato. Los crímenes cometidos son resultado de una compulsión, que puede tener sus orígenes en la juventud o en desajustes psicopatológicos del asesino, contrariamente a aquellos que están motivados por ganancias monetarias (por ejemplo, asesinos a sueldo) o los que tienen motivaciones ideológicas o políticas (por ejemplo, terroristas, genocidas).
Aquí tenéis la lista de los asesinos en serie que han acabado con más vidas (confirmadas):
10. Gary Ridgway (Estados Unidos) - 48 víctimas confirmadas y sospechoso de otras 90
Este hombre tenía una meta en la vida: "Matar al mayor número posible de prostitutas". Sentía un cierto odio hacia este colectivo pero, sobre todo, lo que le movía era el deseo de disfrutar de sus servicios sin pagar.
Según su confesión, antes de iniciar su carrera criminal analizó la trayectoria de otros asesinos en serie. A raíz de esta labor de documentación, llegó a la conclusión de que lo más sencillo era matar a prostitutas, porque eran presas fáciles de atraer sin despertar sospechas. Además, sus familiares tardaban más tiempo en denunciar la desaparición y, en algunos casos, ni lo llegaban a hacer.
El Asesino del Río Verde empezó a matar en 1982. Tenía 33 años y acababa de divorciarse por segunda vez. En tan solo dos años y unos meses, ya había asesinado a 42 mujeres. Los primeros cadáveres aparecieron en el Río Verde y el resto en diversos puntos cercanos a la autopista 99. Solía abandonar los cuerpos, desnudos y mutilados, desperdigados por el oeste de Washington. Dejaba una señal para recordar los lugares donde iba amontonando los cadáveres y después hacía recorridos en coche por todas las zonas donde estaban sus montoncitos de cuerpos, para regocijarse en el recuerdo de sus crímenes.
En diciembre de 2003 fue condenado a cadena perpetua y a pagar una multa de 480.000 dólares. Consiguió librarse de la pena de muerte al ofrecerse a desvelar dónde estaban los cadáveres que todavía no habían aparecido.
9. Pedro López (Colombia) - 57 víctimas y sospechoso de otras 300 aproximadamente
Hijo de una prostituta, Pedro es el séptimo de 13 hermanos y desde el principio, su infancia fue bastante difícil. Su madre tiene preocupaciones mayores que repartir amor y educación a sus innumerables hijos y su carácter, dominador y duro, hace que Pedro prefiriese pasar la mayor parte del tiempo en las calles, de este modo, se ahorraba contemplar como su madre recibe a sus clientes en su propia casa. Cuando Pedro tubo 8 años, su madre lo sorprendió intentando mantener relaciones sexuales con su hermana más joven y lo echa de casa. Así Pedro comienzó a vagar sin rumbo fijo por las peligrosas calles, explorando lugares y barrios a los que nunca había llegado. A los pocos días de su exilio y engañado por un hombre viejo que le ofrece comida y cobijo, Pedro es sodomizado en varias ocasiones antes de ser devuelto a los oscuros callejones.
No tarde en convertirse en uno de los ladrones más habilidosos en su campo, llegando a convertirse en un delincuente admirado por los aprendices y muy solicitado por los que controlan el negocio. En 1969, cuando tenía 18 años, sus habilidades no evitan que fuese apresado y condenado a 7 años de prisión.
A los dos días de estar encarcelado, Pedro es violado por tres presos mayores que él. Su rabia y su afán de venganza no tardarían en estallar. Consiguió un cuchillo y degolló, uno tras otro, a sus tres violadores. Sus actos son juzgados como defensa propia y su condena tan solo es aumentada en dos años.
En 1978 sale de prisión y comienza a viajar por todos los rincones de Perú dejando tras de sí un terrible reguero de violaciones y asesinatos. En pocos meses por lo menos cien muchachas jóvenes de tribus locales son atacadas violentamente por Pedro Alonso López, que tras asesinarlas, las entierra cuidadosamente.
A caballo entre Ecuador y Colombia, Pedro continúa con sus asesinatos con el mismo modus operandi y sus víctimas, como se supo más tarde, superaron posiblemente las trescientas. Todas ellas niñas inocentes de entre 8 y 12 años, Pedro las cautivaba con pequeños regalos para llevarlas a lugares apartados.
Al final, Pedro Alonso es apresado cuando intenta raptar a una niña de 12 años en el parking de un supermercado. La madre dio gritos de alerta cuando se percató de lo que está sucediendo y los comerciantes de la zona retuvieron a Pedro hasta que llega la policía.
8.Yang Xinhai (China) - 67 víctimas y sospechoso de otras 67
Los asesinatos de Yang tuvieron lugar entre 1999 y 2003 en las provincias de Anhui, Hebei, Henan y Shandong. Cuando llegaba la noche entraba a la casa de su víctima, y mataba a todos los que la ocupaban, principalmente granjeros, haciendo uso de hachas, martillos y palas.
En octubre de 2002, Yang mató a un padre y a una niña de seis años con una pala y violó a una mujer embarazada que sobrevivió con graves lesiones en la cabeza.
Yang fue detenido el 3 de noviembre de 2003. Poco después de ser arrestado, confesó el asesinato de 65 personas, 23 violaciones y cinco ataques causando serias lesiones. Realizó cuarenta y nueve asesinatos, diecisiete violaciones y cinco ataques en Henan; ocho asesinatos y tres violaciones en Hebei; seis asesinatos y dos violaciones en Anhui, y dos asesinatos y una violación en Shandong. La policía también encontró su ADN en varias escenas del crimen.
El 1 de febrero de 2004, Yang fue declarado culpable de 67 asesinatos y 23 violaciones y sentenciado a muerte. Fue ejecutado el 14 de febrero de 2004 por un disparo en la parte trasera de la cabeza.
7. Pedro Rodrigues Filho (Brasil) - 70 víctimas y sospechoso de más de 100
Pedrinho comenzó su carrera homicida a los 14 años, la víctima fue el vice-presidente de Alfenas, que había acusado a su padre de robo; luego mató a quien se cree que fue el verdadero ladrón. Después se dedicó a robar y asesinar traficantes, luego a vender droga y a eliminar a la competencia y así sucesivamente hasta convertirse en uno de los criminales más temidos de su país.
Pedrinho fue acusado por Minerva Regordete, su vecina, al haber cometido el homicidio de 34 personas de las cuales 12 fueron envenenadas, 15 fueron descuartizadas y el resto fueron incineradas. Pedro secuestró a la mitad de sus víctimas, que todas eran mujeres mayores de 50 años, estaban solas, sin familia, Pedro las enamoraba a todas y luego las mataba. Minerva Regordete vio en el patio de su vecino 5 cadáveres cubiertos por una capa y el una bodega vio sangre y armas. Tres meses después vio a 7 mujeres carbonizadas y fue cuando hizo la denuncia. Los cadáveres los exhumaron y encontraron en la casa de Pedrinho armas y cosas con las que estaban sus huellas digitales. Fue comprobado: él asesinó a las 34 mujeres, incluida su madre descuartizada.
Lo arrestaron en 1973 y en 2003 concluía su sentencia, sin embargo, debido a que incluso encerrado su número de asesinatos no se detuvo (terminó con la vida de más de 80 policías, quien murieron carbonizados, decapitados y fusilados), se le añadió una sentencia en la que se le condenó la mayor condena de América Latina de 890 años de cárcel.
Los motivos de sus asesinatos eran múltiples y bastante simples y, para ahorrarse explicaciones, se tatuó en uno de sus brazos la leyenda “Mato por Placer” que resume su trabajo. En la cárcel siguió matando gente, 15 en total, a lo que la condena máxima de América le aumentó a una pena mayor de la que se esperaba: 945 años en prisión.
6. Gilles de Rais (Francia) - 80 víctimas y sospechoso de otras 600
Descendía de una de las familias más ricas y poderosas de Francia , y a los once años había heredado una de las mayores fortunas del país, que se había incrementado tras casarse a los dieciséis, con su prima e inmensamente rica, Catalina de Thouars.
Por aquel entonces su vida transcurría con total normalidad, incluso acababa de ser padre de una niña y era uno de los nobles más ricos de Europa. No obstante su conducta cambiaría tras la captura de su protegida Juana de Arco. El joven Mariscal trató de salvarla con una obstinación casi obsesiva, pero de poco le iba a servir, pues Juana acabaría siendo quemada en la hoguera.
Tras el duro shock de haber perdido a la mujer que idolatraba en secreto, Gilles se separó de su esposa y se encerró en su castillo de Tiffauges, negándose a tener contactos sexuales con ninguna mujer.
Entonces comenzó una insólita carrera de crímenes y sacrilegios contra la Iglesia, pues trataba de desafiar a Dios por haber permitido que Juana fuese torturada y quemada.
Para divertirse, ordenaba que se organizasen en sus múltiples castillos lujosísimas fiestas y representaciones teatrales que eran conocidas en toda Europa, pero sus excesivos gastos pronto empezaron a menguar su fortuna y se vio obligado a vender varias de sus propiedades.
Preocupado por tales pérdidas, el barón de Rais se fue aficionando a la Alquimia e hizo que se instalase un laboratorio en un ala del castillo, donde trabajaba sin apenas dormir ayudado por alquimistas y magos importados de toda Europa a la búsqueda de la piedra filosofal, capaz, según la tradición esotérica, de transformar los metales en oro.
Los historiadores opinan que su primer crimen fue cometido con el propósito de realizar un pacto con el diablo para lograr sus favores. Pero tras haberle cortado las muñecas a la víctima, haberle sacado el corazón, los ojos y la sangre, ni se le apareció el Diablo ni logró trasformar el metal en oro. Lo único que habría logrado, sería el haber descubierto su pasión secreta: la tortura, la violación y el asesinato de niños.
A partir del verano de 1438 comenzaron a desaparecer algunos muchachos de la misma ciudad de Nantes, de los pueblos de los alrededores, y la mayor parte, ocurrían cerca de la mansión del barón de Rais. También hacía entrar en su castillo a algunos de los niños mendigos que pedían limosna frente al puente levadizo, que eran retenidos contra su voluntad por sus servidores, violados y desmembrados posteriormente. La sangre y otros restos se conservaban para propósitos mágicos.
El 13 de septiembre fue detenido en su el pueblo de Machecoul por un grupo de soldados, quienes hallaron en su propiedad los cuerpos despedazados de 50 adolescentes. El duque de Bretaña le hizo compadecer ante la justicia acusado de haber asesinado e inmolado entre 140 y 200 niños en prácticas diabólicas.
Se le infligieron todo tipo de torturas para obligarle a confesar sus crímenes, que se obstinaba a negar pese a las evidencias, pero fue sólo la amenaza de la excomunión lo que le indujo a hacerlo detalladamente.
Al amanecer del 26 de octubre fue llevado a un descampado junto con dos de sus más destacados cómplices para ser ahorcado y quemado en la hoguera. En el patíbulo manifestó públicamente su arrepentimiento, instando a todos los presentes a no seguir su ejemplo y pidiendo humildemente perdón a los padres de las víctimas. Murió aferrándose desesperadamente a su fe cristiana.
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